EXCUSAS

Hay muchos días en los que nos levantamos y no tenemos nada claro si podremos lograr salir de todo esto, si podremos lograr curarnos realmente algún día. A veces nos cuesta imaginarnos recibiendo duros golpes sin acabar recurriendo a la enfermedad. En esos días nos preguntamos si realmente nos vale la pena hacer todo este esfuerzo. Si nos esforzamos y vemos la posibilidad de volver a caer, de volver a todo lo de antes, ¿será porque realmente yo no soy capaz? Y esto es lo que nos da realmente miedo. Entonces es cuando me planteo si debería arriesgarme y jugar el partido aún sabiendo que puedo perder o quedarme sentada en el banquillo y no responsabilizarme del fracaso de mi equipo. Lo mismo hacemos nosotras con nuestra vida, excusarnos tras la etiqueta de enferma y convencernos a nosotras mismas de que este sentimiento es mejor que el del fracaso.

 

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¿Realmente que perdemos si lo intentamos? ¿Qué pasa si salimos al campo, lo damos todo y aún así acabamos perdiendo? Podemos quedarnos con que hemos fracasado o podemos estar orgullosos de haber dado el máximo y aceptar que se aprende más de las derrotas que de las victorias. Porque podemos darnos cuenta de cuales han sido nuestros errores y aprender de ellos y mejorarlos. Porque realmente perdemos más si no lo intentamos, que si nos arriesgamos y no lo conseguimos. Si sales a jugar vas a vivir muchas más experiencias que si te quedas en el banquillo, viendo como los demás se caen, se levantan, experimentan y aprenden. Tú, mientras tanto, no habrás vivido nada, ni lo bueno ni lo malo, y serás un mero espectador del partido de tu vida. Tú decides. ¿Quieres seguir viendo tu vida pasar, o prefieres vivirla mientras pasa?

Porque la vida tiene buenos y malos momentos, pero al final es tú vida y tú decides como la quieres vivir.

Sal ahí fuera y juega el partido lo mejor que sepas, que puedas y que te apetezca.

HUYE, QUE NO ES LA SOLUCIÓN

¡Vete de aquí!, ¡Necesitas un cambio!, ¡Creo que se arreglará todo si me voy!

Muchas veces creemos que si nos vamos, todos nuestros problemas se irán. Es un mito que se ha ido extendiendo a lo largo de nuestras vidas. Se ve muy fácil. Me voy, y ya está, todo arreglado. Dejo todos mis problemas atrás, podré ser quien soy realmente, empezaré de cero y seré realmente feliz.

Pero desgraciadamente no es tan fácil. La gran parte del problema suele estar en el interior y no en el exterior.

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Veamos esto como si fuera un escenario. Tenemos una silla rota en medio, atrás una foto de un parque. Luego una foto de un bar lleno de gente y finalmente aparece una foto de una playa paradisíaca. La silla, sigue estando rota en todos los lugares. Realmente la que tiene que cambiar es ella. Quizás se pensaba que yendo a la playa o al parque todo se arreglaría y todo se pondría en su lugar. Pero claramente no es así.

No podemos huir de nuestros problemas, nos seguirán allí donde vayamos. Da miedo, lo sabemos, es más fácil huir que enfrentarse a ellos, pero no es la solución. Coge el toro por los cuernos, mira dentro de ti, mira lo que falla, pide ayuda, confía en los que te quiere y ataca. Ataca a esos problemas que te están matando por dentro y empieza a ser feliz.

SOLEDAD

Por mucha gente que te rodee el sentimiento está en tu interior.

Hoy quería compartir con vosotras un sentimiento común, que todas sentimos, pero pocas entendemos: la soledad. 

Solemos creer que cuanta más gente nos rodee, mejor nos sentiremos con nosotras mismas, y siguiendo ese patrón acabamos rehuyendo estar con nosotras a solas y nos juntamos con gente que realmente no nos llena. Y es que os voy a decir algo. 

El sentimiento de soledad no se basa en quién esté a nuestro alrededor, sino en cómo percibes tú la realidad. Puedes estar en una sala llena de gente, en medio de una fiesta espectacular, y sentirte tan sola que el eco de tu pensamiento divague entre todas tus preocupaciones, haciéndote sentir cada vez más pequeña y débil. En cambio, puedes estar en el sofá, sola, simplemente acompañada por un libro o una taza de té, y sentirte llena y satisfecha. Y es por eso que la soledad está en el interior. Tenemos que entender que, si no cambiamos nosotras mismas, por mucho que el exterior cambie, seguiremos sintiéndonos solas aún con todos nuestros seres queridos dándonos su apoyo.

Tú eres la única persona que te va a acompañar a lo largo de toda tu vida, y al final, si te pierdes a ti misma y te menosprecias sin consideración alguna, no podrás sentir el cariño de las demás. Hasta que no te quieras a ti misma, no vas a creer que alguien llegue a quererte y por lo tanto vas a sentirte sola, aunque en el fondo no lo estés.